A los que no tengáis problema en la lectura de libros en lengua inglesa y además os interese sinceramente la fotografía, voy a recomendaros la lectura de un libro. Se trata de «On looking at photographs» de Bill Jay y David Hurn, un libro lleno de sensatez sobre la necesidad de entender todos los factores subjetivos de una imagen y cómo estos factores afectan nuestro sentir al verlas.
En la introducción los autores nos exponen algo que, de puro obvio, suele pasarnos desapercibido: vivimos expuestos continuamente a un alud de imágenes y pocas veces pensamos qué efectos tienen en nosotros. Para evitar ser meros consumidores de imágenes, evitar manipulaciones, la mejor defensa es tener la mente informada. A lo largo del libro nos ofrecen pautas para entender esas influencias, en forma de diálogo entre los autores, lo que hace la lectura del texto muy amena (y apenas son 96 páginas).
El texto revela el papel de la fotografía como medio de comunicación, los motivos para la captura de imágenes, qué constituye una buena imagen, qué factores son subjetivos en la interpretación de las imágenes… y lo hace de forma que a mi me ha parecido especialmente brillante y esclarecedora.
Robert Doisneau, 1954
Uno de los ejemplos expuestos es la fotografía de Robert Doisneau en la que un profesor y una alumna posan para el fotógrafo que tiene un encargo para una revista sobre los cafés de París.
El fotógrafo pide a los modelos que posen en la forma en que son retratados, y compone la imagen. Tiempo después, el profesor se sorprende al descubrir la foto ilustrando la campaña contra los males del alcoholismo.
Años después, el profesor retratado se sorprende nuevamente, al encontrar la imagen ilustrando un artículo sobre prostitución.
Los que ya gozamos de cierta edad hemos sido testigos de cambios en lo que se considera socialmente aceptable y lo que no, y quizás entendemos que esa fotografía en 1958 tenía una lectura y que en la sociedad europea de 2010 tenemos una percepción distinta de lo que transmite la imagen (y eso que ninguno de los dos modelos estaba fumando).
El significado de una fotografía no es una cualidad intrínseca de la fotografía. En otras palabras, no hay una interpretación correcta, de una fotografía concreta, en todas condiciones, en todo contexto, para todo espectador.
Los factores por los que una imagen no tiene una lectura única son múltiples y variables a lo largo de la historia. No podemos saber con qué prejuicios verán generaciones futuras las imágenes que se están creando actualmente, del mismo modo que no podemos aplicar sin más nuestro entorno social, educación, tendencia política, estatus social y aspiraciones, a imágenes que no los comparten.
Otro aspecto interesante de la lectura de imágenes que se resalta es el hecho de que incluso el más cuidadoso y atento espectador tiene tendencia a ver en la fotografía evidencias que no existen y obviar lo que sí se muestra en la imagen.
The Circus, Budapest 1920. Fotógrafo: André Kertész
Entre los ejemplos que se citan sobre este particular, me ha parecido espléndido el de la imagen de André Kertész de la serie Circus.
Si queréis hacer el ejercicio, observad la imagen e intentad dar vuestra propia lectura…
Tomad consciencia de todo lo que hemos añadido y que no está explícitamente en la imagen (por ejempo que están mirando a través de una rendija -no hay evidencia de rendija; que se trata de un espectáculo de circo -que deducimos por el título; etc…).
Y tomad consciencia de lo que hemos obviado de la imagen. El hombre, ¿tiene una sola pierna?
Tras el análisis de los distintos aspectos de la imagen fotográfica (sus cualidades intrínsecas por el mero hecho de utilizar la técnica fotográfica, la intencionalidad del fotógrafo, el contexto en el que se realizan y la subjetividad del espectador), el capítulo final proporciona pautas de qué buscar (y qué no buscar) en una imagen para poder apreciarla en la medida en que somos capaces de hacerlo.
También aborda el tema del comentario de imágenes y porqué es tan difícil. Para mi esta parte ha resultado especialmente esclarecedora, ya que expone claramente que la corrección de una imagen depende de la integridad del fotógrafo que, a su vez, depende de su sincero compromiso con el motivo fotografiado.
Hemos de suponer que las personas que tienen interés en la fotografía hacen comentarios sobre las fotografías de otras personas con el ánimo de ayudarles a mejorar, por lo que comentarios banales o triviales que no sirven más que para inflar la autoestima estarían fuera de lugar:
Helping another photographer to achieve his/her goals is not a therapy session between the ignorant
(Ayudar a otro fotógrafo a alcanzar sus metas no es una sesión de terapia entre ignorantes)
Citada así, fuera de contexto, suena mucho más contundente de lo que realmente es en el contexto del libro (ya sabéis, por temas legales no puedo reproducir aquí íntegramente el texto del libro), pero ha sido una nota muy aclaratoria que para mi resume muy bien todo lo que el libro contiene (junto con las 12 páginas de anotaciones que ahora tengo sobre la mesa).
La reflexión interesante es que independientemente de si somos fotógrafos (aficionados o profesionales) o no, es importante tomar conciencia de cómo las imágenes que vemos cotidianamente nos condicionan:
Todas las fotografías pueden, en mayor o menor grado, darnos interesantes pistas sobre nosotros mismos. Cuando miramos una imagen debemos preguntarnos de forma consciente: ¿cuál era el propósito del fotógrafo? ¿en qué medida se logra ese propósito? ¿cómo se ha manipulado el significado de la imagen a través de las consideraciones culturales, sociales, prejuicios, trato preferente por ser una obra escasa, nostalgia de tiempos pasados, …?
Y entonces debemos preguntarnos a nosotros mismos: ¿cuáles son mis reacciones emocional e intelectual a esta imagen? y, ¿qué me dice esta reacción sobre mi mismo?
Mirar imágenes con el corazón y la mente abiertas nos ayuda a conocernos mejor.